domingo, 1 de febrero de 2015

De ratas de mala sangre.



Hoy estoy aquí sentado en el sofá
para decirte cuatro palabrotas,
gastado está ese tiempo en el que ya
te hartastes de tocarme las pelotas.

Estoy aquí para decirte, perro infame,
que tu uniforme es sucio emblema descriptivo
que poco importa ya lo que te llame
que he descolgado ya la soga del olivo.

No existe miedo en llamarte picoleto
raterillo y mentiroso aborregado 
con calumnias abusando y sin respeto
te atrevistes a mentir en atestado.

Tengo casi olvidadas tus bravatas
más queda un dato en un fichero negro
y como sé que tus modales son de ratas
por cada rata que se muere yo me alegro.

Sigues manchando con mentiras el listado
incluso ya mi dignidad restablecida,
dictada y sentenciada en el juzgado.
Maldita sea la estirpe de tu vida.


Llegará un día, nazi de mierda, en que se borre
el tatuaje que en mi ficha has dibujado,
mientras sigo enrrocado con mi torre.
Maldita sea la leche que has mamado.