viernes, 8 de abril de 2016

UN ÁRBOL VIEJO.

Ayer creí haber soñado la historia, quizás anteayer,pero el caso es que aquí está, plasmada entra las hojas de mis ramas. Le decía el quejigo al álamo.
El álamo se sentía un poco cortado por aquellas altitudes, no entendía el punto de vista de aquél quejigo abuelo que sustentaba trufas en sus raíces.
Él contaba la historia de su tiempo, cuando trajeron aquellos pinos que los invadieron; Se adueñaron de la tierra y del sol y ellos tuvieron que subsistir criando a sus retoños bajo sus ramas. Antes las aguas  regaban las bellotas que rodaban cuesta abajo y su dispersión abarcaba grandes terrenos , ahora el bosque de pinos sustentaba el terreno de la erosión de vientos y lluvias y ellos resistían a duras penas
El álamo era muy joven, su padre era un álamo viejo de allá del río abajo, él jamás pensó alcanzar tales altitudes, él pensó crecer entre sus hermanos todos tallos incipientes que rodean el tronco paterno. Deaquella maraña de especies y variedades competidoras lo sacó la ventura.
Un día se vió arrancado de su asidero terrestre y vegetal, sintió cómo sus  tejidos y sus vasos leñosos crujían intensamente , quiso senrtir sobre su parénquima el filo de algún metal  cortante e inmediatamente pudo percibir en sus saviantes vasos una tierra nueva y preparó sus tejidos para echar raices.
Pudo conocer el traqueteo de la máquina mientras ascendía por el camino a su actual emplazamiento. Su nueva casa  se encontraba al lado de un arroyuelo finito, encima y debajo tenía  jovenes compañeros y competidores de otras especies,higueras,majuelos y mimbreras en la orilla del riachuelo.
El Quejigo le contaba aquellos tiempos en que veía pasar las cabras y los jabalíes, incluso recordaba a uno que hozaba el suelo en busca de una de sus trufas más hermosas. Luego uniformaron las laderas y su vista no alcanzó el camino, escasamente se odía comunicar con un antiguo compañero a unos escasos metros de él.
Acertó a terciar en la conversación un lentisco humilde pero antiguo en su existencia , él tambien reclamaba su parte de sol y de terreno, él, que podía crecer incluso metros , se había conformado con aquella talla discreta con la que poder subsistir. Su familia estaba acostumbrada a esta vida de arbusto desde hacía ya generaciones , pero a pesar de su humildad se sentía aún superior a las ortigas que pululaban por los resquicios de los muros e inmensamente más feliz que aquellas rosas del invernadero que veían sus organos sexxuales sometidos al comercio.
-  ¿ Qué terrible explotación.! Murmuró el lentisco.
- ! Qué terrible explotación.¿ Asintió el quejigo.

El Álamo joven todavía , movió un poco las hojas de su copa como haciéndose el desentendido, todavía no conocía la sexualidad de las plantas. Ignoraba incluso que la mimbrera que estaba a su lado era pariente suyo , de la misma familia.
Un día el quejigo viejo se lo contó, la habló de la salicáceas, una familia antigua de dónde vieenen los sauces, los álamos y los chopos. Esa era su familia según le dijo el quejigo.
El viento sacudió con violencia los árboles del bosque, las ramas secas crujieron y cayeron con estrépito, la lluvia comenzó a caer torrencialmente y miles de piedras rodaron por la pendiente, las semillas se esparcieron por el monte como por arte de magia , la vida se derramó por la ladera hasta el valle; Allí nacía el agua de la vida . Incluso el sapo se dió cuenta de ello y saltó alegre de su escondrijo ,ya se acercaba la primavera.
Otro día por la mañana el álamo le preguntó al quejigo.
- ¿ Y para qué servimos nosotros?
El quejigo viejo y sabio no quiso desmoralizarlo contándole la verdad.
- Cada uno para una cosa. Se limitó a contestar.
había visto caer a sus compañeros bajo el axoso de la hachas , partidos en pedazos, sus maderas rotas ,desechos sus sueños y estériles sus bellotas.
- Y tú para que sirves. Insistió el alamillo.
- Yo doy bellotas para alimentar cerdos,tengo una madera muy buena y además doy una sombra excelente. ¿ Te parece poco?.
- Y yo ¿ Para que servire?.
- Tu madera muchacho no es tan buena como la mía pero sabe dios cuál será tu destino, te harán papel o aglomerado yo qué sé.
El álamo como joven que era siempre alborotaba con su chachara aunque el quejigo ya le había dicho muchas veces que era necesario callar y escuchar todas las cosas para aaprender.
- Callaté. Escucha el agua cantando por las laderas y el viento silbando en el aire siente el sol ahora que puedes.
El quejigo estaba muy contento de poder sentir el sol porque unos hombres habían aclarado el bosque de aquellos pinos invasores y le habían dejado espacio para vivir cómodamente.
- Siente el sol ahora que puedes. Le decía al joven álamo, que vendrán tiempos peores  como yo los he pasado . Y se quedó triste y pensativo.
Un domingo después de realizar la fotosíntesis estaba el quejogo contándole al sauce que habían traido unos pinsapos pero que todavía tendría que esperar para conocerlos.
Lleno de impaciencia el sauce comenzó a alborotar .
- ! Quiero conocer a los pinsapos !Quiero conocer a los pinsapos¡ Miradme pinsapos, soy el sauce . ¿ Dónde estais? Pinsapoooos.
- Quieres callar ya presuntuoso estás despertando a todo el mundo.
Murmuraron las ardeviejas que pululaban por el suelo.
Se despertó entonces el álamo ante los gritos y le preguntó al quejigo.
-¿Qué pasa aqui?¿Que es todo este griterío?
-Es que han traido unos pinsapos y tu primo el sauce quiere conocerlos pero todavia no puede s?er
-¿Y porqué no Podemos conocerlos?
-Son demasiado jovenes.Contestó el quejigo.
-¿De donde vienen?
- De más arriba de Grazalema y todavia tienen que aclimatarse les vendrá bien dormir una larga y soleada siesta.    
En los pensamientos del quejigo se adentraron entonces las nostalgias viendo a los pequeños arbolillos deseosos de conocer a sus compañeros desconociendo que pronto serían sus competidores.  Aquellos pinos de alepo eran los parientes pobres de estos vigorosos pinsapos, difícil se estaba poniendo la competencia, pensaba.
Miraba al sauce y a álamo con su juventud disparatada y pensaba que la vida habia cambiado mucho, ellos habían salido de sus entornos para conocer nuevos mundos, el olor nuevo de la menta y el tomillo, esta juventud, eran libres para hablarle de tú al centenario nogal y él ya viejo y anclado a la tierra, dando de comer a los cerdos.
Así andaban las cosas en el bosque cuando un día acertó a pasar por allí un cuentista..que viendo la magnífica sombra del quejigo se apresuró a sentarse bajo sus ramas.
El quejigo desconociendo la profesión del individuo se aprestó a gastarle una broma. Mientras el cuentista se soplaba una lata de fabada litoral de las de kilo con una bota de vino tinto y media telera de pan ,el árbol no paró de mover sus ramas alrededor de su cabeza haciendo los más extraños ruidos que pueda hacer un árbol y adoptando las posturas más inverosímiles. El cuentista asistía a la representación inamovible mientras engullia con afán su condumio y despues de rebañar la lata con cuidado exlamó
- ¡No seas más pesado quejigo y dime qué quieres!
El quejigo sorprendido de que todos sus recursos no hubiesen causado pánico al individuo le contestó admirado.
- !AH! Tú me conoces. ¿No?.
-Claro que te conozco yo conozco todos los bosques de los cuentos y en verdad que no he conocido arbol parlante más gracioso que tú, eres un roble andaluz parlante, QUERCUS Gaditanensis parlantis que dicen los cientificos.
- Desde luego ya sé cual es tu profesión.Tú eres cuentista.
Dijo el quejigo después de haber hilado los datos con la parrafada del individuo.
-Si soy cuentista y de los malos. Dijo enorgulleciendose.¿Que quieres de mi?
El viejo quejigo dejó entonces caer una gruesa rama sobre la espalda del cuentista y lo hizo rodar por los suelos.
-!Eh! No te has portado demasiado bien conmigo no viejo?
- Calla y haz lo que te digo, vé al pueblo y busca un saco, corta la rama que te he tirado y haz con ella papel, en ese papel escribe un cuento que cuente a los hombres como es la vida de nosotros los árboles, a ver si asi  se portan mejor con nosotros diles que también nosotros vivimos.
-Pero no me harán caso no creerán lo que les cuente porque yo soy sólo un cuentista.
-No te preocupes tu haz Lo que te digo y me haras felíz.
El cuentista hizo lo que le dijo el quejigo y cuando tuvo la rama en el saco se despidió de este.
- Hasta pronto quejigo cuando tenga escrito el cuento vendré a verte.
- Hasta pronto cuentista.
El tiempo pasó lento para el quejigo.
Aquella tarde el cielo estaba naranja las nubes cubrían el cíelo y se movían con rapidez, algunas gotas de lluvia se atrevieron a caer del cielo. El cuentista subía la cuesta del bosque con su cuento bajo el brazo.
-Hola quejigo.Le dijo.Mi parte está cumplida aqui tienes tu cuento,con tu papel y tu savia está escrito.
El quejigo que estaba dormitando como la tarde se sorprendió.
-!Hola cuentista! No te esperaba tan pronto no sabes lo felíz que me haces, yo que siempre he estado alimentando cerdos no he podido acceder al mundo de la cultura, esto es muy importante para mi hombre genealógico.
- Que simpático éres. Le contestó el cuentista, Así que los árboles teneis hombres genealógicos muy original.
-Bueno cuentista muchas gracias de verdad, ven a verme de vez en cuando.
-Adios quejigo hasta otro día.Se despidió el cuentista mientras se alejaba cantando no se que canción de primavera.
El Quejigo miró a su alrededor y vió al muérdago y a la higuera vió al Almez y a su prima la encina, allá lejos las sabinas y los madroños. Los pinos habían sido vencidos al fin y él era  papel de un cuento, se sintió feliz mientras caía el sol, la vista se perdia más allá de las chimeneas.....
Tan viejo y conozco tan poco hubiese preferido ser un animal. Pensó el quejigo cuando el sol se ocultó.
Los perros ladraban en la noche.

FIN.